Saltan las alarmas por el agravamiento de la salud mental, aunque baja el miedo a morir por la COVID-19

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Mejoría ante la gravedad, aunque alarma ante la evolución de la situación de la COVID-19. El 23,4% reconoce que en este tiempo de crisis ha sentido “mucho o bastante miedo” a fallecer por coronavirus, según una encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) que, es lo positivo, rebaja a menos de la mitad el porcentaje que en noviembre sentía lo mismo, y que entonces era del 58,4%.

La encuesta sobre salud mental del CIS también desvela que el 68,6% de los españoles padeció “mucho o bastante miedo” ante la posibilidad de muerte de un familiar o ser querido mientras que un 72,3% sintió esa misma preocupación ante el miedo a contagiar a su entorno más cercano. En el muestreo se refleja también que un 35,1% ha llorado por la situación pandémica y respecto al miedo a la muerte por la COVID-19 la franja de edad que más se identifica se sitúa entre los 55 y 64 años, donde se dan el 26,2% de las respuestas.

Según el estudio sobre salud mental del CIS, el 79% de los encuestados reconoce sentirse “bastante o muy preocupado” por la pandemia y un 28,7% admite que “muchos o bastantes días” se ha encontrado “mal por tener poco interés o placer en hacer cosas”. Un 21,5% considera que está “decaído, deprimido o sin esperanza”, otro 21,8% se describe como “nervioso, ansioso o muy alterado”, en definitiva, “con los nervios de punta” y un 14,2% asegura sentirse “incapaz de parar o controlar las preocupaciones”.

Pero las consecuencias de la COVID-19 van más allá y el 28 % ha tenido “pensamientos o recuerdos desagradables no deseados sobre el coronavirus” que en el 36 por ciento de los casos han alterado “muchas o bastantes veces” su vida social o las relaciones con la familia y los amigos. Ante la COVID-19, el 59% de los encuestados le preocupa que “la pandemia se convierta en parte de nuestra vida”, un 53% sospecha que la sociedad ya no volverá a ser la misma y un 33% teme la posibilidad de quedar aislado socialmente.

La preocupación también se extiende al trabajo. Un 27% teme perder su empleo y a un 61% que eso le ocurra a algún familiar.

Además, el sondeo del CIS desvela que un 51,9% dice sentirse “cansado o con pocas energías”, un 41,9% tiene problemas de sueño, y un 38,7% asegura sufrir dolores de cabeza, entre otros problemas como taquicardia, mareos o desmayos. Desde que comenzó la pandemia, el 61,2% reconoce que le preocupa la salud mucho más que antes y un 48,6% traslada esa preocupación al temor a contraer una enfermedad grave.

Además la población se siente vulnerable frente al virus y en un 68,9% teme el contagio ya en su persona o en su entorno más íntimo. Pese a esta preocupación, sólo el 15% asegura que ha tenido ataques de ansiedad o pánico. Y un mayoritario 75% de los que los han padecido temen que esto tenga consecuencias negativas en su salud. Y no sólo en su salud porque el 66,7% de los afectados dice que ha cambiado su vida habitual y ha evitado ir a determinados sitios ante el miedo de sufrir nuevos ataques.

Los encuestados admiten que la pandemia ha supuesto cambios en los menores. Un 52,2% de los padres que tienen hijos menores de edad con los que han convivido durante la pandemia ha notado cambios en la manera de ser de sus hijos. Y de aquellos que han notado algún cambio en el comportamiento de hijos o nietos convivientes, un 72,7% asegura que los menores han sufrido “cambios de humor”, un 78,6% “cambios en los hábitos de vida” y un 30,4%, modificaciones en el sueño.

Está más equilibrada, sin embargo, la tabla de quienes los han notado más agresivos, puesto que un 41,8% dice que sí lo ha detectado frente a un 58% que lo niega.

Pero al preguntar cómo son de sociables hijos y nietos, el 80% dice que no lo son más con la pandemia, dato matizado por un 62% que asegura directamente que “son menos sociables”; además, el 68,5% afirma que “tienen escasa tolerancia a los demás”. Y en cuanto a los cambios en el modo de relacionarse en casa con sus padres y abuelos, que según el mismo muestreo ha apreciado casi la mitad (el 49,3%) de los progenitores, se concretan mayoritariamente en que “se muestran más irritables”, según constata el 77,2%, “protestan por cualquier cosa” (71%), “reclaman mucha atención” (65,2%) o son “más desobedientes” (56,7%).

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