Las enfermeras en los programas de reducción de riesgos y daños por drogas

El consumo de drogas es uno de los grandes retos a los que se enfrenta la sociedad. Constituye un importante desafío para la salud pública con un notable impacto social y económico.

Existen cuatro pilares estratégicos sobre los que se fundamenta la intervención en el consumo de drogas:

  • Control de la oferta: para que haya menos sustancias circulando y que sea más difícil conseguirlas.
  • Prevención: para tratar de evitar el consumo de drogas.
  • Tratamiento y rehabilitación: para lograr la abstinencia en personas que sufren una drogodependencia.
  • Reducción de riesgos y daños: para reducir al máximo los riesgos y daños derivados del consumo de drogas.

Hablaremos sobre este último enfoque estratégico, sus peculiaridades e implicaciones en el ejercicio de la profesión enfermera.

REDUCIR MORTALIDAD Y MORBILIDAD

La reducción de riesgos complementa las estrategias de prevención, tratamiento y búsqueda de la abstinencia, con un enfoque pragmático que reconoce el consumo de drogas, tanto legales como ilegales, como una realidad históricamente ligada al ser humano.

Tiene como objetivo reducir la mortalidad y la morbilidad asociada al consumo de drogas, promoviendo prácticas que contribuyan a una mayor seguridad y menor riesgo para salud de las personas que las consumen, para sus familias y para el conjunto de la sociedad.

Este tipo de intervenciones pueden ponerlas en práctica las enfermeras en los diferentes tipos de servicios de reducción de riesgos y daños, como son los programas de intercambio de jeringuillas (PIJ), las salas de consumo supervisado, o los centros de atención a personas drogodependientes; pero también lo puede hacer cualquier enfermera debidamente formada y motivada que en su trabajo tenga contacto con personas drogodependientes.

Por otra parte, las enfermeras a menudo son quienes tienen el primer contacto con las personas más expuestas y vulnerables a los riesgos del consumo de drogas en diferentes recursos asistenciales como los centros de salud, los hospitales, los centros penitenciarios o los servicios de urgencias extrahospitalarias.

ESTABLECER UNA RELACIÓN DE CONFIANZA

Las personas que sufren una drogodependencia a menudo ven como el consumo de sustancias va adquiriendo más importancia en su vida, convirtiéndose en una prioridad, lo que conlleva un descuido personal con un impacto para la salud que va más allá del efecto que pueda provocar en el organismo la propia sustancia.

Para trabajar la reducción de riesgos y daños, el establecimiento de una relación de confianza es fundamental, poniendo la dignidad y la seguridad de la persona en el centro, tratando de atender sus necesidades de salud evitando juzgar, y priorizando las necesidades que haya verbalizado.

Las funciones de las enfermeras se centran en cuatro niveles de atención:

  • Prevención y promoción de la salud: mediante procedimientos diagnósticos, programas de vacunación adaptados (VHA, VHB, tétanos, gripe, etc.), promover la adherencia a los tratamientos, atención de la salud sexual y reproductiva, y una especial atención a los estilos de vida y el autocuidado a través de la educación para la salud.
  • Reducción de riesgos y daños: educación para la prevención y actuación ante sobredosis, promoción del uso del preservativo y formación en enfermedades de transmisión sexual.
  • Cuidados básicos de enfermería: conseguir un estado nutricional adecuado, hábitos de higiene saludables, cuidados de enfermería en lesiones cutáneas, etc.
  • Derivación a servicios especializados de tratamiento y rehabilitación, salud mental, trabajo social, CASSYR, etc.
USUARIOS DE DROGAS INYECTABLES

Las personas que consumen drogas por vía parenteral son el colectivo que a mayores riesgos se enfrenta. Resulta fundamental una intervención específicamente enfermera para la reducción de los riesgos potenciales de este tipo de consumo.

En lo que respecta a la propia técnica de inyección, el personal de enfermería es el encargado de orientar a estas personas para que lo hagan con la mayor seguridad e higiene posibles, reduciendo de esta manera el riesgo de sufrir abscesos, celulitis y flebitis.

La posibilidad de que una infección adquirida durante una venopunción produzca una bacteriemia es mayor en este tipo de población, además, por presentar un sistema inmunológico generalmente más deteriorado.

La educación sanitaria también va dirigida a evitar ciertas prácticas que aumentan el riesgo de sobredosis, por ejemplo, promover el cambio hacia una vía de consumo menos perjudicial que la vía intravenosa como puede ser la vía fumada o inhalada, o evitar el consumo en solitario.

 

Javier Vallés Romero
Enfermero

Mikele Jauregui Elso
Enfermera Especialista en Enfermería Familiar y Comunitaria.

Natalia Lafuente Larrañeta
Enfermera Especialista en Enfermería Familiar y Comunitaria

Instituto de Salud Pública y Laboral de Navarra (ISPLN)

 

Bibliografía

  • Canadian Nurses Association (CNA), Canadian Association of Nurses in HIV/AIDS care & Harm Reduction Nurses Association (HRNA). (2018) Joint Position Statement on Harm Reduction and Substance Use.
  • Clua García, R. (2021). Cuidados de enfermería y promoción de la salud en las salas de consumo higiénico. Cultura de los Cuidados, 25(60).
  • Gagnon, M., Gauthier, T., Adán, E., Bänninger, A., Cormier, L., Gregg, J. K., … & White, M. (2019). International consensus statement on the role of nurses in supervised consumption sites. Journal of Mental Health and Addiction Nursing, 3(1), e22-e31.
  • Grup Igia (2001): Gestionando las drogas. Conferencia de consenso sobre reducción de daños relacionados con las drogas: cooperación e interdisciplinariedad. Barcelona.
  • Kulikowski, J., & Linder, E. (2019). En defensa de los programas de reducción de daños para usuarios de drogas inyectables. Nursing (Ed. española), 36(1), 40-45.
  • Rodríguez Seoane, E., & Plaza Andrés, A. (2018). Manual de enfermería en adicciones a sustancias y patología dual. Ediciones Díaz de Santos.

 

Imagen de Лечение Наркомании en Pixabay

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