La viruela del mono

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La viruela del mono es una enfermedad emergente de carácter zoonótico, es decir, que puede pasar de animales a humanos. Es causada por un virus que lleva el mismo nombre y que pertenece al género Orthopoxvirus, el mismo que la viruela, la vaccinia (el virus usado como vacuna contra la viruela) o la viruela de las vacas.

Se conoce como viruela del mono porque se descubrió en el año 1958 en colonias de monos usados con fines de investigación. Se desconoce cuál es el reservorio animal del virus, aunque sí se sabe que en África roedores y primates pueden albergarlo y transmitirlo.

Desde que en 1970 se identificase el primero caso en humanos en la República Democrática del Congo, se han ido registrando casos esporádicamente en diversos países centroafricanos y el oeste de África y algún caso ocasional de carácter importado en países como Estados Unidos, Israel o el Reino Unido.

Los síntomas iniciales de la viruela del mono suelen ser fiebre, escalofríos, dolor muscular, dolor de espalda, dolor de cabeza, fatiga o inflamación de los ganglios linfáticos. Tras un periodos que puede oscilar entre uno y cinco días, acostumbra a aparecer enantema o lesiones en las mucosas de la boca, seguidas de erupciones que pueden aparecer en la cara y extenderse a otras zonas del cuerpo, afectando a las palmas de las manos y a las suelas de los pies. Las erupciones pasan por diferentes fases hasta convertirse en pústulas que contienen pus y, finalmente, generar una costra que cae al cabo de 14 días.

Por norma general, la viruela del mono suele cursar como una enfermedad autolimitante y la mayoría de las personas que la padecen alcanzan una recuperación completa. Los niños y las personas inmunocomprometidas son más vulnerables que las personas adultas con el sistema inmunitario sano.

Existen dos cepas conocidas del virus: el de África Occidental y el de la Cuenca del Congo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) cifra la tasa de letalidad del linaje de África Occidental en torno al 1% y advierte que el linaje de la Cuenca del Congo puede alcanzar una tasa de letalidad del 10%.

El brote actual parece asociado al linaje de África Occidental.

No existen tratamientos específicos contra este virus, pero hay tres tratamientos antivirales que en ensayos in vitro han mostrado efectividad contra la viruela y que podrían ser usados contra la viruela del mono.

La vacuna de la viruela ofrece una protección de hasta el 85% (según el CDC) y que reduce tanto la transmisión como la severidad.

A medida que la viruela se fue eliminando hasta alcanzar su erradicación, la vacunación contra la misma se fue deteniendo de manera progresiva. En el Reino Unido, por ejemplo, se retiró en 1971, en Estados Unidos en 1972 y en España en 1980. Por lo tanto, es posible que el porcentaje de la población adulta que ya recibió la vacuna de la viruela en su día goce también de cierto nivel de protección frente a la viruela del mono.

Además, en el año 2021, la FDA de Estados Unidos aprobó la vacuna JYNNEOS contra la viruela y la viruela del mono. Esta vacuna todavía no ha sido aprobada en Europa.

El virus de la viruela del mono se transmite principalmente a través del contacto estrecho con personas, animales o muestras infectadas o bien a través de gotas respiratorias. Su entrada se produce a través de brechas en la piel, mucosas o vías respiratorias. Posiblemente, pueda darse la transmisión a través de fómites (contacto con material contaminado, como por ejemplo ropa de cama de una persona infectada).

Se diagnostica, en primer lugar, por medio de sospecha clínica por antecedente epidemiológico, generalmente viajes, contacto con personas infectadas o exposición ocupacional. Seguidamente, a través de los signos y síntomas compatibles y finalmente con demostración del virus mediante PCR en muestra de las lesiones, generalmente cutáneas. También puede realizarse test serológico para demostrar respuesta inmune específica ante el virus.

El periodo de incubación de la viruela del mono suele estar entre los 7 y los 14 días, aunque puede llegar a acortarse hasta los 5 días o a extenderse hasta los 21 días.

La información aportada por las autoridades del Reino Unido habla de al menos dos grupos de personas contagiadas aparentemente no relacionados entre sí.

Se da la circunstancia de que en la mayoría de los casos confirmados, tanto en España como en el Reino Unido, se trata de hombres que se identifican como gays, bisexuales u hombres que practican sexo con hombres. Por este motivo las autoridades del Reino Unido han urgido a estos grupos de población a permanecer alerta ante posibles síntomas compatibles con los del virus, como erupciones o lesiones cutáneas.

Asimismo, se sabe que buena parte de los hombres infectados son jóvenes, lo que podría tener relación con que los grupos de población más jóvenes no llegaron a recibir la vacuna de la viruela.

Los casos de viruela del mono, un virus que hasta la fecha no se ha destacado por una alta transmisibilidad, son muy poco frecuentes fuera de determinados países del oeste y el centro de África. El primer brote detectado fuera del continente africano se produjo en Estados Unidos en 2003 y constó de 47 casos. Sin embargo -o precisamente por todo ello-, existen algunos indicios preocupantes en torno a la actual alerta sanitaria en Europa.

El hecho de que aparezcan casos importados de manera prácticamente simultánea en distintos países no es, desde luego, un síntoma alentador. Se trata de una evidencia de que, más allá del primer caso detectado en el Reino Unido, de naturaleza importada, se estaría produciendo una transmisión comunitaria. De hecho, según la información de la que disponemos a día de hoy, la falta de conexión entre algunos de los casos confirmados sugiere que existe más de una cadena de transmisión, lo que a su vez hace pensar en la posibilidad de que existan casos adicionales todavía sin detectar.

El hecho de que hasta ahora se hayan producido casos entre hombres que practican sexo con hombres no significa que se trate de una enfermedad de transmisión sexual (la transmisión es por contacto estrecho, ya sea este de carácter sexual o no). Tampoco implica que estos colectivos sean grupos de riesgo especial debido a su condición sexual.

Cualquier persona que muestre síntomas -especialmente, lesiones cutáneas- debe sospechar la posibilidad de haber contraído el virus y buscar diagnóstico. Esta precaución es indicada para cualquier persona que haya podido mantener contacto estrecho con alguna red en la que el virus se encuentre en circulación, con independencia de su sexo, género o condición sexual.

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